|Narra Justin|
Han pasado dos años.
Ha cambiado todo y a la vez nada. Soy una persona más
centrada y tengo planes de futuro con la mujer de mi vida. Esa que tiene
apoyada su cabeza en mi pecho. Echo la mirada hacia abajo y la observo
durmiendo de una forma tan tranquila que por un momento creo en la paz mundial.
Pero no quiero hablar solo de ella, lo hago casi sin querer
por ser la dueña de esta cabeza ya no tan descerebrada. No voy a desviarme del
tema. De vez en cuando suelto mierdas por la boca y soy un poco chulito (sinceramente,
eso es algo que forma parte de mi adn y no cambiará), pero juro que cada día
soy mejor persona.
Hace un par de meses empecé a trabajar en una oficina y si
todo va correctamente me espera un buen salario. Mamá dice que no me pega nada
eso de ir con traje al trabajo y en cambio _____ no pudo resistirse a hacerme
el amor antes de salir de casa. ''Te queda genialmente bien'' suspiraba cada dos
por tres en mi oído. ''Así vamos a hacer deporte todos los días'' y yo me reía. ''¿Solo me quieres por ir en traje?'' ''No, tonto, si estás sexy hasta en
pijama'' y así.
Solemos bromear mucho y nuestra relación no ha cambiado
absolutamente en nada. Somos los mismos queriéndonos más. De vez en cuando
tenemos nuestras discusiones, como todo el mundo, pero sabemos no llevarlas al
extremo y resolver los problemas en la cama. Sí, ya dormimos juntos. Alquilamos
un pequeño piso que ______ se encargó de decorar, decía que le encantaba eso y
está todo a su gusto. Yo tras persistir para ayudarla no conseguí nada, pero me
encargo de muchas tareas del hogar. Nos compaginamos bien y todavía no hemos discutido
por ver quién cocina. Días ella, días yo. Me gusta sorprenderla con un desayuno
romántico o directamente comérmela a besos de buena mañana.
Sus rincones favoritos están llenos de fotografías y libros
y cuando me pregunta que cuál es el mío le respondo que cualquiera en el que
esté ella. Se sonroja e intenta disimularlo, pero sé que por dentro se derrite.
Vivimos ilusionados y solemos tener planes siempre. Si no, una película en el
sofá y palomitas nos esperan en el salón.
Me gusta nuestra rutina. Cada mañana el despertador me
taladra la cabeza y _____ ni se inmuta, mi faena es despertarla si no quiere
pasarse el día en la cama. ''Déjame dormir un poquito más'', son sus peculiares
buenos días. ''Si no te despierto ahora no vas a levantarte, cariño…''.
Mi vida es algo desordenada, a veces me despisto mirándola y
mi camisa acaba con un par de manchas de té. Sujeto el periódico entre mis
manos todos los días y me siento orgulloso cuando leo algún artículo de mi
chica en él. Sí, uno de sus grandes sueños se hizo realidad. Empezó a escribir
un blog, consiguió muchos lectores y se pusieron en contacto con ella. Aún
recuerdo cuando se me lanzó en brazos y gritando exclamó que tendría un
rinconcito en algunos periódicos y revistas de la ciudad. La vi tan feliz que
me satisface leer sus palabras en el papel y me siento tremendamente
maravillado por su manera de convertir las letras en algo especial.
Yo también escribo. Canciones. A escondidas. Muchos
atardeceres nos escapamos a una explanada en lo alto de la montaña con la
guitarra. _____ siempre me dice que por muy borde que sea siempre tendré la
dulzura en la voz. Me ha grabado varias veces en vídeo y me he enfadado. Luego
hace un pucherito simulando a un bebé y se me pasa.
Escucho un leve bostezo.
-Buenos días, mi amor… -dice mientras se mueve con delicados
gestos.
La miro y se me ilumina la sonrisa.
-Buenos días, preciosa.
-¿Qué hora es? –pregunta alzando una ceja. –Es raro que
estés ya despierto.
-No quería despertarte, aún es pronto. –acaricio su pelo y
juego un poco con él.
-No haberlo hecho… -simula enfadarse. Yo alzo una ceja
incrédulo.
-¿Te he despertado?
-No, realmente no. Estoy nerviosa. –hace una breve pausa.
–Muy nerviosa.
-No es para tanto, nena. Más nerviosa estarás cuando nos
toque a nosotros.
-¿Llegará el día? –se le iluminan los ojos.
-Por supuesto que sí. –mi voz se quiebra lo más mínimo. –Nos
queremos, no hemos perdido la ilusión, tenemos las cosas claras, ya somos más
maduros y sabemos qué queremos hacer con nuestras vidas. Aunque creo que sobran
los motivos. –hago una pausa mientras nos miramos con los ojos brillantes. -
_____, ya lo sabes…
-¿Qué quieres decir?
-Que quiero pasar el resto de mi vida contigo. –aclaro.
-Y yo contigo…
Nos quedamos observándonos, manteniendo una conversación con
la mirada en la que únicamente los dos nos entendemos. Somos partícipes de los
sentimientos que nos entrecortan la respiración. Somos agua en el desierto y
siempre tenemos sed. Nos necesitamos y nunca nos faltan las ganas de bebernos.
-Nunca podría olvidar todo lo que hemos vivido. –dice
acariciando mi pecho con la yema de sus dedos.
-Si lo olvidaras iría yo a recordarte todo. Tengo mala
memoria en general pero de lo nuestro puedo contar hasta el más mínimo detalle…
-añado sincero. Me regala una sonrisa.
-Eso es bonito. Me pasa exactamente igual… ¿Recuerdas cuando
entré en tu casa por primera vez?
-Claro que me acuerdo, en ese entonces vestías muy raro.
-¡Oye! –me pellizca y suelto un quejido en alto.
-Aggg. ¡Que era broma! –exclamo.
-Sabes que no. De todas formas tú eras patético, me
enseñaste la casa y al subir las escaleras casi te estampas contra un pilar.
–estalla en risas.
-No te burles de mí, bicho raro. –cada palabra ilumina un
pedazo de mis recuerdos.
-Empezaste tú. Siempre tan graciosillo… -suspira entre
ironías.
-En realidad desde ese día empezó a cambiar mi vida. –me
sincero.
-A mí me cambiaste tú. Fuiste quien me ayudó a conocerme
mejor, yo no sabía que existía _____ Blair de esta manera. –se señala a la
cabeza y luego baja su dedo poco a poco por todo su cuerpo.
-Me gustaste incluso siendo todo lo contrario a mi prototipo.
-Y siendo tú el más superficial de toda la ciudad. –se burla
en tono de broma.
-Estaba ciego, de verdad. –maldigo. –No sé qué podía ver en
otras chicas que no veía en ti. Si lo tienes todo… -la envuelvo en mis brazos y
percibo cómo suspira aliviada. –Me encanta absolutamente todo tu cuerpo, tu
cara, tus ojos, tus mejillas sonrojadas, tus labios… Pero es que lo más jodido
es que me hiciste sentir que valía para algo. Y nunca nadie había despertado
cosas bonitas en mí.
Se ríe bajito y me abraza con fuerza. Me aprieta fuerte y
bromeo diciéndole que deje el gimnasio si no quiere dejarme sin respiración.
Vuelve a reír. Aplico un beso en sus labios y me lo agradece acariciando una de
mis mejillas delicadamente. Cierro los ojos al sentir su tacto y me relajo a su
lado.
Hablamos un largo rato sobre diversos temas. Tengo atrapada
su pierna entre las mías y acaricio su espalda como sé que le gusta. Los
momentos así confirman que no necesito nada más en la vida, que mi mayor regalo
es poder compartir cualquier momento con alguien que me hace sentir siempre en
casa.
-Menos mal que apareciste, se te veía tan inocente… pero a
la vez me parabas los pies. –comento apartando unos cuantos mechones que se
cuelan en su rostro.
-¿Todavía sigo siendo así? –pregunta en un hilo de voz.
-Sí, aunque ya no eres tan inocente.
Pone cara de enfadada pero al final se le escapa la risa. Y
me besa, como si nada hubiera pasado y fuéramos dos niños pequeños que no
tienen problemas.
-Lo soy cuando quiero. –me rectifica.
-Cuando quieres, nena. –repito.
Reímos a la vez pervirtiendo nuestras mentes. Es tan bonita
que no me puedo resistir. La aprieto contra mí y se acerca a mi boca. Aún
consiguen esos labios hacerme temblar. Los estampa contra los míos y su lengua
se adentra en mi boca. Jugamos. Batallas que empiezan y terminan con dos
ganadores. Aquí no pierde nadie. Su pierna se mueve a nuestro ritmo por encima
de mi sexo. Le muerdo el labio inferior y suelta un leve quejido.
-Te lo diré delicadamente. –musito. –Estás corriendo
peligro, _____.
-Me gusta el riesgo. –se decanta a decir con voz seductora.
No puedo evitar querer hacerla mía. Acaricia levemente mi
torso desnudo y me mira. Esa mirada que atraviesa cada uno de mis sesos y me
revuelve todo.
-¿Del uno al diez?
-Mil.
Se coloca encima de mí situando una pierna a cada lado y
empieza a aplicar besos por mis pectorales. Mi corazón empieza a bombear
fuertemente y la cantidad de sangre que necesito se multiplica. Se mueve
delicadamente y llevo las manos a su trasero mientras sus besos suben por mi
cuello. Empieza a hacer calor. Nos sobra la ropa.
-Que no se pierdan nunca estas costumbres. –susurra
acercándose a mi oreja. Después pasa su lengua por el contorno y la lame bien.
Madre mía.
-Nunca…
Atrapo su cabeza entre mis manos y nos miramos diciéndonos
todo. Sin pensarlo estampo mi boca contra la suya y enredamos nuestras lenguas.
La beso suavemente, con cuidado y delicadeza, de la manera más bonita que sé,
pero también de la más descarada.
Consigo colocarla justo a mi lado derecho y meto mi mano
bajo su pantalón del pijama. Acaricio la superficie de sus braguitas y me pide
más besos. La sigo besando. Se mezclan sabores y empiezan las ganas. Entonces
la desnudo. Pantalones fuera. Braguitas fuera. Empiezo a tocarla delicadamente hasta
que me pide más.
-¿Más rápido, nena?
Gime. Y afirma con la cabeza. Vuelve a gemir. Sé que le
encanta. Entonces acelero. Mis dedos se adentran cada vez más en su sexo y lo
masajeo recorriéndolo de arriba abajo. Sube el nivel. Está completamente mojada
y cada vez más.
-¿Era pronto, no? Nos da tiempo a unos cuantos.
|Narra _____|
Las sábanas cubren nuestros desnudos cuerpos. Estamos
relajados, bastante relajados después del primer asalto del día. Joder, estoy
agotada y todavía ni he salido de la cama. Es jodidamente increíble hasta dónde
me lleva. Conozco ya el paraíso en toda su esencia.
-¿Te ha gustado? –pregunta acariciando mi vientre.
-Mucho. Como siempre. –sonrío. –Pero hoy… Madre mía.
Me gusta la complicidad que tenemos. Sé lo que le pierde, lo
que quiere en cada momento y él lo mismo de mí. Eso es un regalo, que alguien
te complete de esta manera… no tiene precio. Soy demasiado afortunada.
Me levanto y voy directa a la ducha mientras escucho los
piropos que me lanza Justin. Es un idiota, pero le adoro.
Dejo que el agua que cae resbale por todo mi cuerpo y me
quite todo el jabón. Me seco enseguida tras enrollar una toalla en mi pelo y me
visto con lo primero que pillo en el armario.
-A lo tonto se nos va a hacer tarde. –comenta Justin detrás
de mí. Me giro y lo observo tirado en la cama con el pelo revuelto y las manos
detrás de su nuca.
-No veo que te preocupe mucho que perdamos el vuelo. –salpico.
–No te has movido ni un centímetro desde que me fui a la ducha.
Se levanta y se encoje de hombros mientras riéndose se
dirige hacia mí. Le persigo con la mirada hasta que se planta justo en frente
mía.
-Va a ser un día bonito. –dice cogiéndome la mano. –Más de
lo que crees.
-No dudo que vaya a ser un día que no pueda olvidar nunca.
Para los dos es muy importante.
-Lo sé, cariño. Tú solo recuerda lo que te digo.
Y desaparece.
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Seis horas más tarde nos encontramos en la ceremonia.
Estamos sentados en la primera fila, a escasos metros de la orilla del mar.
Estoy tan nerviosa que ni el sonido de las olas consigue relajarme, por eso
aprieto fuerte la mano de Justin. Él acaricia la mía y me susurra que todo va a
ir bien.
No podría ir más guapo para la ocasión. Está elegante y
sonriente, con su traje negro y su pajarita roja a conjunto de mi vestido.
Todos me han dicho que estoy increíblemente guapa. Llevo un traje largo de
tirantes con el escote acabado en pico y la espalda al aire hasta la cintura.
Me costó tiempo encontrar qué ponerme para una ocasión tan especial, pero por
fin está sucediendo y me siento cómoda. Voy sencilla, como soy, con un semi
recogido a base de trenzas y un maquillaje discreto que realza mis ojos con una
sombra oscura. Aunque lo importante esta vez no soy yo, ni siquiera Justin. Son
ellos.
Es una boda íntima, familiar. No somos más de cien personas,
pero los protagonistas querían compartir su momento con los más allegados. La
música empieza a sonar y todos se ponen en pie formando una perfecta escena con
el atardecer detrás. Entonces unas luces se van iluminando en la arena a medida
que Pattie avanza hacia la multitud. Cuando se encuentra cerca y consigo
visualizarla bien puedo observar lo preciosa que está. Viste un traje realmente
bonito y discreto a la vez, que combina perfectamente con su hermoso semblante.
Avanza hasta colocarse en su puesto y cuando pasa por nuestro lado nos sonríe. Enseguida
le devuelvo la sonrisa o no sé lo que he hecho porque me quedo embobada
mirándola, como una completa estatua. Ya me estoy avergonzando de mi
comportamiento, Justin se percata y se ríe.
-Puedes parpadear, no está prohibido. –se burla.
-Eres imbécil.
Pasan unos pocos minutos y vuelve a sonar esta vez una
música diferente. Me giro y contemplo a papá caminando entre la arena con el
traje que tanto le costó decidir. No puedo evitar emocionarme. Justin toma mi
mano y la sujeta con fuerza consiguiendo trasmitirme lo que necesito en ese
momento: tranquilidad.
Todo pasa muy rápido, no puedo evitar tener los ojos
empapados de agua. Ya están casados. Papá y yo nos abrazamos entre lágrimas
mientras Justin casi consigue romper la cola del traje de su madre tras
chafarle sin querer. Papá y yo nos reímos contemplando la escena.
-Enhorabuena, os deseo toda la felicidad del mundo. –digo
dirigiéndome a Pattie.
Ella me abraza de inmediato y me agradece todo. Justin
empieza a charlar con papá.
-Estás muy guapa, Pattie. Pero muy guapa. –repito de nuevo.
-Tú también estás increíble, porque guapa lo eres siempre.
–responde ella.
-No me piropees de esa manera que me sonrojas. –bromeo. –Hoy
es tu día y me toca a mí hacerlo.
-Nunca está de más decir verdades, cielo.
Es todo increíble. El tiempo pasa demasiado rápido y he
perdido la cuenta de la gente que me ha saludado. Por una vez en la vida he
sido sociable y he sabido relacionarme bien con todo el mundo.
Acabamos de cenar y salimos a bailar con el resto de gente.
Me gusta el ambiente, me siento bien. Vanessa me trae una copa que enseguida
vacío. Me apetece emborracharme.
-Cuidado que no quiero que te siente mal y tenga que venir
la ambulancia a recogerte el día de la boda de tu padre.
-Como siempre mi amiga riñéndome, hasta de fiesta. –replico.
-Sabes que lo decía bromeando, sé que controlas. –alza su
copa. –No como yo. –y se bebe toda la cantidad del interior en unos segundos.
-¡Qué bruta eres! –me río y consigo contagiarla.
-Hoy que Tom está con su abuela deja que me desmadre un
poco. ¡Cero preocupaciones, nena! –dice meneando su trasero y alzando sus
brazos como si fuera una adolescente el primer día que pisa una discoteca.
Tom es el hijo de Vanessa y Ryan. Apenas tiene seis meses de
vida pero se nota que va a estar igual de espabilado que su madre. En cuanto mi
amiga se enteró de que estaba embarazada recurrió a mí. Fue algo inesperado,
que no buscaban. Conseguí hacerle una especie de terapia y reflexionamos juntas
sobre ello. No estaba segura de qué hacer pero al final decidió tener a ese
chiquitín que quiero que me llame tía (no de sangre, pero soy la hermana que su
madre ha escogido). Me siento orgullosa de la familia que forman.
Alguien me da unos toquecitos en el hombre y me giro. Es Ryan.
-_____, Justin me dijo que te espera en la zona de allá.
–comenta, señalando hacia una zona poco iluminada.
|Narra Justin|
Camina hacia mí sujetando su vestido rojo, dejando ver sus
rodillas y la parte más inferior de sus magníficas piernas. Es tan maravillosa
que aún me cuesta creer que sea real. Pero lo es. Y es mía. Que no suene
posesivo… Ella es libre, nadie la encadena a estar a mi lado. Pero en cambio,
me ha elegido a mí. Y yo a ella. Quizás soy un poco culpable por colarme en su
cabeza, pero juro que todo es de manera involuntaria. O no. Me gusta que me
piense, que me quiera.
-¿Qué haces aquí? –pregunta alzando una ceja, siempre tan
curiosa.
-Esperarte. –me limito a contestar.
-¿No te gusta la fiesta?
-Me gustas más tú, _____. –me acerco a ella y acoplo mis
manos en su cintura.
-Tonto… -besa mi nariz. –Me dijo Ryan que estabas aquí, por
eso he venido.
-Esa era la idea. –me pongo nervioso. Estoy temblando por
dentro. -Es que quiero decirte algo.
-¿Pasa algo? –pregunta preocupada, lo puedo notar en su
rostro.
-Ven aquí, vamos a brindar. –consigo desviar el tema.
Cojo la botella de vino y lleno dos copas. Primero la suya y
después la mía.
-Por nosotros, ¿vale?
-Por nosotros.
Chocamos las copas y bebemos a la vez. Trago fuerte con la
esperanza de armarme de valor. Necesito decírselo… Ella tiene todo lo bonito
que recoge este planeta. Ese mismo que la gente se encarga de destruir, por
eso, yo a ella la quiero cuidar como a nada. Es mi regalo más preciado.
Me sudan las manos. Sé que empieza a notarme extraño pero no
quiere preguntar. Joder, sonrío para tranquilizarla y me devuelve la sonrisa.
-¿Qué te ha parecido la ceremonia? –es lo único que se me
ocurre preguntar.
-Genial, me ha parecido todo increíble. –se rasca la nuca.
-¿Y a ti?
-Me alegra mucho que mi madre haya elegido a tu padre. –trago
saliva. –Por cierto, estás espectacular. –la miro de arriba abajo. –Eres la
mujer más bonita del planeta. –la miro a los ojos y tomo su mano. Me sonríe.
-No seré la mujer más bonita del planeta, pero al menos tú
me haces sentirlo así.
La abrazo. La abrazo bien fuerte mientras aspiro su perfume.
Y nos quedamos unos minutos así, en silencio, pero diciendo todo lo que las
palabras no serían capaces de describir.
-Oye, vamos a capturar este momento tan especial, ¿no?
–consigo romper el hielo.
-Me parece bien. –contesta decidida.
Saco el móvil del bolsillo de mi pantalón y pongo la cámara
delantera.
-Si no pones flash no se va a ver nada, está demasiado
oscuro. –comenta _____. Mierda, me va a joder la idea.
-No te preocupes, conozco mi móvil. –intento controlar la
situación.
Nos colocamos para la foto y pulso. Foto hecha. Se me va a
salir el corazón del pecho. No se espera nada.
-Mira si se ve bien. –digo, la excusa perfecta.
Le enseño la foto con la esperanza de que todo funcione
según lo planeado.
-Bueno, nuestras caras no se distinguen perfectamente pero…
-hace una pausa. Por favor, que se haya dado cuenta. Me tiemblan las manos y lo
va a notar. -¿qué es eso de allá al fondo?
Bien. Se ha percatado. Las pulsaciones me van a mil por
segundo. Se gira. Todo está sucediendo como quiero. No puedo contener los
nervios. Al fondo se alza un cartel iluminado en el que hay escrito:
AHORA QUE ELLOS SE HAN ATREVIDO, ME GUSTARÍA PROPONERTE
ALGO…
Es un panel iluminado, me costó mucho trabajo y esfuerzo
pero juro que va a merecer la pena. Ella merece la pena.
Se gira hacia mí, cojo su mano izquierda y me arrodillo ante
ella. Nos tiemblan las manos a los dos.
-¿Quieres casarte conmigo?
Puedo percibir como sus mejillas se empapan de delicadas
lágrimas. Cojo el anillo y se lo coloco en el dedo. Le queda estupendamente.
Tiene un pequeño diamante en el centro, pero ella brilla por encima de ello.
-No… no me esperaba esto. –dice tartamudeando. –Me cuesta
hablar… Estoy…
-¿Quieres casarte conmigo? –repito.
-Por supuesto que sí. Quiero casarme contigo.
La cojo en brazos y la beso sin parar. Estamos llorando, nos
caemos en la arena y comenzamos a reír. Siento felicidad, absoluta felicidad. Siento
que lo tengo todo, que nada me falta. Y nos besamos. Nos da igual llenarnos de
arena, mancharnos o despeinarnos. Es nuestro momento ideando mil momentos más.
Porque sí, quiere casarse conmigo.
Y yo pienso en mi presente, con ella ahí. Pero quiero
avanzar, no soy nada conformista y me muero si la pierdo. Quiero tener 80 años
y verla a mi lado. No importa si con incontables arrugas por mi cara o teniendo
una barriga que no permita abrocharme el cinturón. No os equivoquéis, no
pretendo daros pena. _____ y yo vamos a vivir la mejor vida. Porque vamos a
vivirla juntos.
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Este es el final de una historia que me ha encantado compartir con todo aquel que me lee.
Os doy las gracias a las personas que han dedicado algún momento de su vida a felicitarme por hacer estas cosas, os juro que me hace muchísima ilusión cada comentario.
Por esas pequeñas cosas yo sigo aquí, publicando lo que escribo.
Y es un honor llegar a la gente.
Agradecería que me expresarais lo que os ha parecido todo tanto por aquí como por mi twitter.
Allí os seguiré informando de lo que tengo en mente: si os gustaría leer mi próxima novela (rompe con todo lo anterior que he escrito) me encantaría compartirla por aquí.
Así que os daré noticias, nos leemos muy pronto.
Un saludo y un beso gigante.