Tu rastro.

lunes, 7 de noviembre de 2016

''Improbable Dirección'' Capítulo 56. FINAL.


|Narra Justin|

Han pasado dos años.

Ha cambiado todo y a la vez nada. Soy una persona más centrada y tengo planes de futuro con la mujer de mi vida. Esa que tiene apoyada su cabeza en mi pecho. Echo la mirada hacia abajo y la observo durmiendo de una forma tan tranquila que por un momento creo en la paz mundial.

Pero no quiero hablar solo de ella, lo hago casi sin querer por ser la dueña de esta cabeza ya no tan descerebrada. No voy a desviarme del tema. De vez en cuando suelto mierdas por la boca y soy un poco chulito (sinceramente, eso es algo que forma parte de mi adn y no cambiará), pero juro que cada día soy mejor persona.

Hace un par de meses empecé a trabajar en una oficina y si todo va correctamente me espera un buen salario. Mamá dice que no me pega nada eso de ir con traje al trabajo y en cambio _____ no pudo resistirse a hacerme el amor antes de salir de casa. ''Te queda genialmente bien'' suspiraba cada dos por tres en mi oído. ''Así vamos a hacer deporte todos los días'' y yo me reía. ''¿Solo me quieres por ir en traje?'' ''No, tonto, si estás sexy hasta en pijama'' y así.

Solemos bromear mucho y nuestra relación no ha cambiado absolutamente en nada. Somos los mismos queriéndonos más. De vez en cuando tenemos nuestras discusiones, como todo el mundo, pero sabemos no llevarlas al extremo y resolver los problemas en la cama. Sí, ya dormimos juntos. Alquilamos un pequeño piso que ______ se encargó de decorar, decía que le encantaba eso y está todo a su gusto. Yo tras persistir para ayudarla no conseguí nada, pero me encargo de muchas tareas del hogar. Nos compaginamos bien y todavía no hemos discutido por ver quién cocina. Días ella, días yo. Me gusta sorprenderla con un desayuno romántico o directamente comérmela a besos de buena mañana.

Sus rincones favoritos están llenos de fotografías y libros y cuando me pregunta que cuál es el mío le respondo que cualquiera en el que esté ella. Se sonroja e intenta disimularlo, pero sé que por dentro se derrite. Vivimos ilusionados y solemos tener planes siempre. Si no, una película en el sofá y palomitas nos esperan en el salón.

Me gusta nuestra rutina. Cada mañana el despertador me taladra la cabeza y _____ ni se inmuta, mi faena es despertarla si no quiere pasarse el día en la cama. ''Déjame dormir un poquito más'', son sus peculiares buenos días. ''Si no te despierto ahora no vas a levantarte, cariño…''.

Mi vida es algo desordenada, a veces me despisto mirándola y mi camisa acaba con un par de manchas de té. Sujeto el periódico entre mis manos todos los días y me siento orgulloso cuando leo algún artículo de mi chica en él. Sí, uno de sus grandes sueños se hizo realidad. Empezó a escribir un blog, consiguió muchos lectores y se pusieron en contacto con ella. Aún recuerdo cuando se me lanzó en brazos y gritando exclamó que tendría un rinconcito en algunos periódicos y revistas de la ciudad. La vi tan feliz que me satisface leer sus palabras en el papel y me siento tremendamente maravillado por su manera de convertir las letras en algo especial.

Yo también escribo. Canciones. A escondidas. Muchos atardeceres nos escapamos a una explanada en lo alto de la montaña con la guitarra. _____ siempre me dice que por muy borde que sea siempre tendré la dulzura en la voz. Me ha grabado varias veces en vídeo y me he enfadado. Luego hace un pucherito simulando a un bebé y se me pasa.

Escucho un leve bostezo.

-Buenos días, mi amor… -dice mientras se mueve con delicados gestos.

La miro y se me ilumina la sonrisa.

-Buenos días, preciosa.
-¿Qué hora es? –pregunta alzando una ceja. –Es raro que estés ya despierto.
-No quería despertarte, aún es pronto. –acaricio su pelo y juego un poco con él.
-No haberlo hecho… -simula enfadarse. Yo alzo una ceja incrédulo.
-¿Te he despertado?
-No, realmente no. Estoy nerviosa. –hace una breve pausa. –Muy nerviosa.
-No es para tanto, nena. Más nerviosa estarás cuando nos toque a nosotros.
-¿Llegará el día? –se le iluminan los ojos.
-Por supuesto que sí. –mi voz se quiebra lo más mínimo. –Nos queremos, no hemos perdido la ilusión, tenemos las cosas claras, ya somos más maduros y sabemos qué queremos hacer con nuestras vidas. Aunque creo que sobran los motivos. –hago una pausa mientras nos miramos con los ojos brillantes. - _____, ya lo sabes…
-¿Qué quieres decir?
-Que quiero pasar el resto de mi vida contigo. –aclaro.
-Y yo contigo…

Nos quedamos observándonos, manteniendo una conversación con la mirada en la que únicamente los dos nos entendemos. Somos partícipes de los sentimientos que nos entrecortan la respiración. Somos agua en el desierto y siempre tenemos sed. Nos necesitamos y nunca nos faltan las ganas de bebernos.

-Nunca podría olvidar todo lo que hemos vivido. –dice acariciando mi pecho con la yema de sus dedos.
-Si lo olvidaras iría yo a recordarte todo. Tengo mala memoria en general pero de lo nuestro puedo contar hasta el más mínimo detalle… -añado sincero. Me regala una sonrisa.
-Eso es bonito. Me pasa exactamente igual… ¿Recuerdas cuando entré en tu casa por primera vez?
-Claro que me acuerdo, en ese entonces vestías muy raro.
-¡Oye! –me pellizca y suelto un quejido en alto.
-Aggg. ¡Que era broma! –exclamo.
-Sabes que no. De todas formas tú eras patético, me enseñaste la casa y al subir las escaleras casi te estampas contra un pilar. –estalla en risas.
-No te burles de mí, bicho raro. –cada palabra ilumina un pedazo de mis recuerdos.
-Empezaste tú. Siempre tan graciosillo… -suspira entre ironías.
-En realidad desde ese día empezó a cambiar mi vida. –me sincero.
-A mí me cambiaste tú. Fuiste quien me ayudó a conocerme mejor, yo no sabía que existía _____ Blair de esta manera. –se señala a la cabeza y luego baja su dedo poco a poco por todo su cuerpo.
-Me gustaste incluso siendo todo lo contrario a mi prototipo.
-Y siendo tú el más superficial de toda la ciudad. –se burla en tono de broma.
-Estaba ciego, de verdad. –maldigo. –No sé qué podía ver en otras chicas que no veía en ti. Si lo tienes todo… -la envuelvo en mis brazos y percibo cómo suspira aliviada. –Me encanta absolutamente todo tu cuerpo, tu cara, tus ojos, tus mejillas sonrojadas, tus labios… Pero es que lo más jodido es que me hiciste sentir que valía para algo. Y nunca nadie había despertado cosas bonitas en mí.

Se ríe bajito y me abraza con fuerza. Me aprieta fuerte y bromeo diciéndole que deje el gimnasio si no quiere dejarme sin respiración. Vuelve a reír. Aplico un beso en sus labios y me lo agradece acariciando una de mis mejillas delicadamente. Cierro los ojos al sentir su tacto y me relajo a su lado.

Hablamos un largo rato sobre diversos temas. Tengo atrapada su pierna entre las mías y acaricio su espalda como sé que le gusta. Los momentos así confirman que no necesito nada más en la vida, que mi mayor regalo es poder compartir cualquier momento con alguien que me hace sentir siempre en casa.

-Menos mal que apareciste, se te veía tan inocente… pero a la vez me parabas los pies. –comento apartando unos cuantos mechones que se cuelan en su rostro.
-¿Todavía sigo siendo así? –pregunta en un hilo de voz.
-Sí, aunque ya no eres tan inocente.

Pone cara de enfadada pero al final se le escapa la risa. Y me besa, como si nada hubiera pasado y fuéramos dos niños pequeños que no tienen problemas.

-Lo soy cuando quiero. –me rectifica.
-Cuando quieres, nena. –repito.

Reímos a la vez pervirtiendo nuestras mentes. Es tan bonita que no me puedo resistir. La aprieto contra mí y se acerca a mi boca. Aún consiguen esos labios hacerme temblar. Los estampa contra los míos y su lengua se adentra en mi boca. Jugamos. Batallas que empiezan y terminan con dos ganadores. Aquí no pierde nadie. Su pierna se mueve a nuestro ritmo por encima de mi sexo. Le muerdo el labio inferior y suelta un leve quejido.

-Te lo diré delicadamente. –musito. –Estás corriendo peligro, _____.
-Me gusta el riesgo. –se decanta a decir con voz seductora.

No puedo evitar querer hacerla mía. Acaricia levemente mi torso desnudo y me mira. Esa mirada que atraviesa cada uno de mis sesos y me revuelve todo.

-¿Del uno al diez?
-Mil.

Se coloca encima de mí situando una pierna a cada lado y empieza a aplicar besos por mis pectorales. Mi corazón empieza a bombear fuertemente y la cantidad de sangre que necesito se multiplica. Se mueve delicadamente y llevo las manos a su trasero mientras sus besos suben por mi cuello. Empieza a hacer calor. Nos sobra la ropa.

-Que no se pierdan nunca estas costumbres. –susurra acercándose a mi oreja. Después pasa su lengua por el contorno y la lame bien. Madre mía.
-Nunca…

Atrapo su cabeza entre mis manos y nos miramos diciéndonos todo. Sin pensarlo estampo mi boca contra la suya y enredamos nuestras lenguas. La beso suavemente, con cuidado y delicadeza, de la manera más bonita que sé, pero también de la más descarada.

Consigo colocarla justo a mi lado derecho y meto mi mano bajo su pantalón del pijama. Acaricio la superficie de sus braguitas y me pide más besos. La sigo besando. Se mezclan sabores y empiezan las ganas. Entonces la desnudo. Pantalones fuera. Braguitas fuera. Empiezo a tocarla delicadamente hasta que me pide más.

-¿Más rápido, nena?

Gime. Y afirma con la cabeza. Vuelve a gemir. Sé que le encanta. Entonces acelero. Mis dedos se adentran cada vez más en su sexo y lo masajeo recorriéndolo de arriba abajo. Sube el nivel. Está completamente mojada y cada vez más.

-¿Era pronto, no? Nos da tiempo a unos cuantos.

|Narra _____|

Las sábanas cubren nuestros desnudos cuerpos. Estamos relajados, bastante relajados después del primer asalto del día. Joder, estoy agotada y todavía ni he salido de la cama. Es jodidamente increíble hasta dónde me lleva. Conozco ya el paraíso en toda su esencia.

-¿Te ha gustado? –pregunta acariciando mi vientre.
-Mucho. Como siempre. –sonrío. –Pero hoy… Madre mía.

Me gusta la complicidad que tenemos. Sé lo que le pierde, lo que quiere en cada momento y él lo mismo de mí. Eso es un regalo, que alguien te complete de esta manera… no tiene precio. Soy demasiado afortunada.

Me levanto y voy directa a la ducha mientras escucho los piropos que me lanza Justin. Es un idiota, pero le adoro.

Dejo que el agua que cae resbale por todo mi cuerpo y me quite todo el jabón. Me seco enseguida tras enrollar una toalla en mi pelo y me visto con lo primero que pillo en el armario.

-A lo tonto se nos va a hacer tarde. –comenta Justin detrás de mí. Me giro y lo observo tirado en la cama con el pelo revuelto y las manos detrás de su nuca.
-No veo que te preocupe mucho que perdamos el vuelo. –salpico. –No te has movido ni un centímetro desde que me fui a la ducha.

Se levanta y se encoje de hombros mientras riéndose se dirige hacia mí. Le persigo con la mirada hasta que se planta justo en frente mía.

-Va a ser un día bonito. –dice cogiéndome la mano. –Más de lo que crees.
-No dudo que vaya a ser un día que no pueda olvidar nunca. Para los dos es muy importante.
-Lo sé, cariño. Tú solo recuerda lo que te digo.

Y desaparece.


--------------


Seis horas más tarde nos encontramos en la ceremonia. Estamos sentados en la primera fila, a escasos metros de la orilla del mar. Estoy tan nerviosa que ni el sonido de las olas consigue relajarme, por eso aprieto fuerte la mano de Justin. Él acaricia la mía y me susurra que todo va a ir bien.

No podría ir más guapo para la ocasión. Está elegante y sonriente, con su traje negro y su pajarita roja a conjunto de mi vestido. Todos me han dicho que estoy increíblemente guapa. Llevo un traje largo de tirantes con el escote acabado en pico y la espalda al aire hasta la cintura. Me costó tiempo encontrar qué ponerme para una ocasión tan especial, pero por fin está sucediendo y me siento cómoda. Voy sencilla, como soy, con un semi recogido a base de trenzas y un maquillaje discreto que realza mis ojos con una sombra oscura. Aunque lo importante esta vez no soy yo, ni siquiera Justin. Son ellos.

Es una boda íntima, familiar. No somos más de cien personas, pero los protagonistas querían compartir su momento con los más allegados. La música empieza a sonar y todos se ponen en pie formando una perfecta escena con el atardecer detrás. Entonces unas luces se van iluminando en la arena a medida que Pattie avanza hacia la multitud. Cuando se encuentra cerca y consigo visualizarla bien puedo observar lo preciosa que está. Viste un traje realmente bonito y discreto a la vez, que combina perfectamente con su hermoso semblante. Avanza hasta colocarse en su puesto y cuando pasa por nuestro lado nos sonríe. Enseguida le devuelvo la sonrisa o no sé lo que he hecho porque me quedo embobada mirándola, como una completa estatua. Ya me estoy avergonzando de mi comportamiento, Justin se percata y se ríe.

-Puedes parpadear, no está prohibido. –se burla.
-Eres imbécil.

Pasan unos pocos minutos y vuelve a sonar esta vez una música diferente. Me giro y contemplo a papá caminando entre la arena con el traje que tanto le costó decidir. No puedo evitar emocionarme. Justin toma mi mano y la sujeta con fuerza consiguiendo trasmitirme lo que necesito en ese momento: tranquilidad.

Todo pasa muy rápido, no puedo evitar tener los ojos empapados de agua. Ya están casados. Papá y yo nos abrazamos entre lágrimas mientras Justin casi consigue romper la cola del traje de su madre tras chafarle sin querer. Papá y yo nos reímos contemplando la escena.

-Enhorabuena, os deseo toda la felicidad del mundo. –digo dirigiéndome a Pattie.

Ella me abraza de inmediato y me agradece todo. Justin empieza a charlar con papá.

-Estás muy guapa, Pattie. Pero muy guapa. –repito de nuevo.
-Tú también estás increíble, porque guapa lo eres siempre. –responde ella.
-No me piropees de esa manera que me sonrojas. –bromeo. –Hoy es tu día y me toca a mí hacerlo.
-Nunca está de más decir verdades, cielo.

Es todo increíble. El tiempo pasa demasiado rápido y he perdido la cuenta de la gente que me ha saludado. Por una vez en la vida he sido sociable y he sabido relacionarme bien con todo el mundo.

Acabamos de cenar y salimos a bailar con el resto de gente. Me gusta el ambiente, me siento bien. Vanessa me trae una copa que enseguida vacío. Me apetece emborracharme.

-Cuidado que no quiero que te siente mal y tenga que venir la ambulancia a recogerte el día de la boda de tu padre.
-Como siempre mi amiga riñéndome, hasta de fiesta. –replico.
-Sabes que lo decía bromeando, sé que controlas. –alza su copa. –No como yo. –y se bebe toda la cantidad del interior en unos segundos.
-¡Qué bruta eres! –me río y consigo contagiarla.
-Hoy que Tom está con su abuela deja que me desmadre un poco. ¡Cero preocupaciones, nena! –dice meneando su trasero y alzando sus brazos como si fuera una adolescente el primer día que pisa una discoteca.

Tom es el hijo de Vanessa y Ryan. Apenas tiene seis meses de vida pero se nota que va a estar igual de espabilado que su madre. En cuanto mi amiga se enteró de que estaba embarazada recurrió a mí. Fue algo inesperado, que no buscaban. Conseguí hacerle una especie de terapia y reflexionamos juntas sobre ello. No estaba segura de qué hacer pero al final decidió tener a ese chiquitín que quiero que me llame tía (no de sangre, pero soy la hermana que su madre ha escogido). Me siento orgullosa de la familia que forman.

Alguien me da unos toquecitos en el hombre y me giro. Es Ryan.

-_____, Justin me dijo que te espera en la zona de allá. –comenta, señalando hacia una zona poco iluminada.

|Narra Justin|

Camina hacia mí sujetando su vestido rojo, dejando ver sus rodillas y la parte más inferior de sus magníficas piernas. Es tan maravillosa que aún me cuesta creer que sea real. Pero lo es. Y es mía. Que no suene posesivo… Ella es libre, nadie la encadena a estar a mi lado. Pero en cambio, me ha elegido a mí. Y yo a ella. Quizás soy un poco culpable por colarme en su cabeza, pero juro que todo es de manera involuntaria. O no. Me gusta que me piense, que me quiera.

-¿Qué haces aquí? –pregunta alzando una ceja, siempre tan curiosa.
-Esperarte. –me limito a contestar.
-¿No te gusta la fiesta?
-Me gustas más tú, _____. –me acerco a ella y acoplo mis manos en su cintura.
-Tonto… -besa mi nariz. –Me dijo Ryan que estabas aquí, por eso he venido.
-Esa era la idea. –me pongo nervioso. Estoy temblando por dentro. -Es que quiero decirte algo.
-¿Pasa algo? –pregunta preocupada, lo puedo notar en su rostro.
-Ven aquí, vamos a brindar. –consigo desviar el tema.

Cojo la botella de vino y lleno dos copas. Primero la suya y después la mía.

-Por nosotros, ¿vale?
-Por nosotros.

Chocamos las copas y bebemos a la vez. Trago fuerte con la esperanza de armarme de valor. Necesito decírselo… Ella tiene todo lo bonito que recoge este planeta. Ese mismo que la gente se encarga de destruir, por eso, yo a ella la quiero cuidar como a nada. Es mi regalo más preciado.

Me sudan las manos. Sé que empieza a notarme extraño pero no quiere preguntar. Joder, sonrío para tranquilizarla y me devuelve la sonrisa.

-¿Qué te ha parecido la ceremonia? –es lo único que se me ocurre preguntar.
-Genial, me ha parecido todo increíble. –se rasca la nuca. -¿Y a ti?
-Me alegra mucho que mi madre haya elegido a tu padre. –trago saliva. –Por cierto, estás espectacular. –la miro de arriba abajo. –Eres la mujer más bonita del planeta. –la miro a los ojos y tomo su mano. Me sonríe.
-No seré la mujer más bonita del planeta, pero al menos tú me haces sentirlo así.

La abrazo. La abrazo bien fuerte mientras aspiro su perfume. Y nos quedamos unos minutos así, en silencio, pero diciendo todo lo que las palabras no serían capaces de describir.

-Oye, vamos a capturar este momento tan especial, ¿no? –consigo romper el hielo.
-Me parece bien. –contesta decidida.

Saco el móvil del bolsillo de mi pantalón y pongo la cámara delantera.

-Si no pones flash no se va a ver nada, está demasiado oscuro. –comenta _____. Mierda, me va a joder la idea.
-No te preocupes, conozco mi móvil. –intento controlar la situación.

Nos colocamos para la foto y pulso. Foto hecha. Se me va a salir el corazón del pecho. No se espera nada.

-Mira si se ve bien. –digo, la excusa perfecta.

Le enseño la foto con la esperanza de que todo funcione según lo planeado.

-Bueno, nuestras caras no se distinguen perfectamente pero… -hace una pausa. Por favor, que se haya dado cuenta. Me tiemblan las manos y lo va a notar. -¿qué es eso de allá al fondo?

Bien. Se ha percatado. Las pulsaciones me van a mil por segundo. Se gira. Todo está sucediendo como quiero. No puedo contener los nervios. Al fondo se alza un cartel iluminado en el que hay escrito:

AHORA QUE ELLOS SE HAN ATREVIDO, ME GUSTARÍA PROPONERTE ALGO…

Es un panel iluminado, me costó mucho trabajo y esfuerzo pero juro que va a merecer la pena. Ella merece la pena.

Se gira hacia mí, cojo su mano izquierda y me arrodillo ante ella. Nos tiemblan las manos a los dos.

-¿Quieres casarte conmigo?

Puedo percibir como sus mejillas se empapan de delicadas lágrimas. Cojo el anillo y se lo coloco en el dedo. Le queda estupendamente. Tiene un pequeño diamante en el centro, pero ella brilla por encima de ello.

-No… no me esperaba esto. –dice tartamudeando. –Me cuesta hablar… Estoy…
-¿Quieres casarte conmigo? –repito.
-Por supuesto que sí. Quiero casarme contigo.

La cojo en brazos y la beso sin parar. Estamos llorando, nos caemos en la arena y comenzamos a reír. Siento felicidad, absoluta felicidad. Siento que lo tengo todo, que nada me falta. Y nos besamos. Nos da igual llenarnos de arena, mancharnos o despeinarnos. Es nuestro momento ideando mil momentos más. Porque sí, quiere casarse conmigo.


Y yo pienso en mi presente, con ella ahí. Pero quiero avanzar, no soy nada conformista y me muero si la pierdo. Quiero tener 80 años y verla a mi lado. No importa si con incontables arrugas por mi cara o teniendo una barriga que no permita abrocharme el cinturón. No os equivoquéis, no pretendo daros pena. _____ y yo vamos a vivir la mejor vida. Porque vamos a vivirla juntos.


..........................................

Este es el final de una historia que me ha encantado compartir con todo aquel que me lee.
Os doy las gracias a las personas que han dedicado algún momento de su vida a felicitarme por hacer estas cosas, os juro que me hace muchísima ilusión cada comentario.
Por esas pequeñas cosas yo sigo aquí, publicando lo que escribo.
Y es un honor llegar a la gente.
Agradecería que me expresarais lo que os ha parecido todo tanto por aquí como por mi twitter.
Allí os seguiré informando de lo que tengo en mente: si os gustaría leer mi próxima novela (rompe con todo lo anterior que he escrito) me encantaría compartirla por aquí.
Así que os daré noticias, nos leemos muy pronto.
Un saludo y un beso gigante.


domingo, 2 de octubre de 2016

''Improbable Dirección'' Capítulo 55.


|Narra _____ |

Salgo de la ducha, clavo mis pies en la alfombrilla del baño y me envuelvo en una toalla. Tras secarme me miro en el espejo y suspiro aliviada. Esa soy yo y me gusto. Me siento bien.

Gotitas de agua que desprenden de mi pelo se deslizan por mis hombros hacia mis brazos. Sonrío. Las pequeñas cosas me hacen feliz. Soy feliz. No he elegido la vida que tengo, pero si pudiera elegirla lo haría con los ojos cerrados. Sobre todo porque Justin siempre estará en el número uno de mi lista de deseos, de sueños y de aspiraciones. Y vuelvo a sonreír tontamente. Parezco una estúpida si miro sin querer mi propio reflejo.

Cuando me doy cuenta me sumerjo en mis pensamientos. _____, estás a punto de vivir un acontecimiento importante en tu vida. ¡Bien! Sigo siendo rara y me alegra eso. He tenido una vida tan triste y vacía que ahora que por fin puedo rellenar huecos en mi historial me siento completa. Bueno, completa me siento desde que le conocí. Incluso odiándole ya se había ganado un pedacito en mi memoria y es que a día de hoy no he conseguido borrarlo de mi cabeza. Tampoco lo pienso hacer. Ni permitiré que él lo haga. Al contrario, voy a hacer que esta noche la recuerde toda su vida.

-¿_____? ¿Estás ahí?

Sonrío al escuchar su voz. La verdad es que estoy tardando bastante.

-¡Sí! ¡Enseguida salgo! –exclamo entre risas.

Tendré que estar guapa. ______, hoy es el día. Hablo conmigo misma y pienso unos segundos en qué ponerme.

Me voy a atrever. Voy a lanzarme. Adiós timidez. Me coloco un sujetador de encaje negro a conjunto de un fino tanga. Doy una vuelta sobre mí misma mientras pensamientos oscuros perturban mi mente. A continuación me coloco un camisón negro cortito con transparencias por encima. Realmente estoy sexy. Me siento en otro nivel. Quiero ver su cara cuando me plante delante de él. Que me envidie Beyoncé.

Abro mi estuche de pinturas y busco la base para aplicármela en la cara. Soy una chica muy sencilla pero esta noche quiero estar espectacular. Me hago la raya de arriba de los ojos y cojo la barra de labios roja. Me lo pienso varias veces, no quiero llamar demasiado la atención, aunque realmente solo me va a ver Justin y sí quiero llamar la atención. _____, eres una indecisa. Al final la extiendo provocando que mis labios parezcan haber adquirido un tamaño sobrenatural. Pero me gusta.

Por último, dejo suelto mi cabello medio mojado y lo peino lo suficiente como para que no quede del todo alisado.

Me miro por milésima y última vez al espejo. Oye, pues estoy sexy. Seguro que no se espera mi aparición de esta manera. Pensará que voy a salir con un pijama de ositos ancho y viejo y una coleta alta recogiendo mi cabello. Pero no. Voy a sorprenderte, Bieber.

Recojo todo y suspiro varias veces. Me va a dar un ataque al corazón. No estoy preparada. O sí. No. Que sí, _____. Vamos.

Salgo y unas manos se enganchan a mi cintura consiguiendo atraparme. Lo reconozco de inmediato. Intento contener una sonrisa tonta que al final resbala entre mis labios.

-Aquí te tengo, bicho. –susurra cerca de mi oreja. –Quiero decirte algo antes de mirarte y desconcentrarme porque percibo que llevas un vestido muy corto y un color rojo en los labios que voy a deshacer.

Trago saliva. Joder. Todo está oscuro y me está subiendo algo desde los pies a la cabeza que da escalofríos.

-Te he preparado algo. –se detiene unos segundos. –Bueno, nos he preparado algo. –rectifica. –Nos merecemos un momento para los dos. Tú y yo. Solos.
-Sí… -apenas puedo pronunciar una palabra.
-No te pongas nerviosa. –desliza la yema de sus dedos por mis mejillas. -¿Estás segura de lo que me dijiste antes, _____?
-Sí… -murmuro. Soy tonta, pero no puedo hablar. Todo mi cuerpo está paralizado.
-Vamos a la habitación.

Toma mi mano y noto como me tiemblan las piernas. Es increíble todo lo que provoca en mí. Abre la puerta y puedo aspirar un aroma de vainilla. Qué maravilla. La cama está llena de pétalos de rosa y unas cuantas velas bordean el cuarto formando un ambiente relajado, tranquilo y de paz.

-Esto… -continúo sorprendida. –me has dejado sin palabras.
-No hace falta que digas nada. –puedo sentir como una sonrisa se perfila en su rostro. –Nosotros somos más de hechos. –me abraza por la espalda. –Déjame demostrarte todo lo que te quiero.

Me giro y se me corta la respiración. Tengo su boca cerca, muy cerca, pero necesito estar a menos distancia. Y me apresuro. Empiezo a aplicarle besos sobre la comisura de sus labios. Besos cortos, pero llenos de sentimiento. Besos que no pueden parar. Besos que no tienen freno ni obedecen a una señal de stop. Porque si de eso tratara, yo sería una temeraria al volante y arriesgaría mil veces más con tal de acabar en su boca.

Su respiración choca contra la mía y me adentro en busca de nuevas aventuras. Rozo su lengua y juego con ella despacito. Después él captura mi labio inferior y lo saborea lentamente, como si tuviera entre sus dientes un manjar. Y a mí me gusta. Me hace sentir deseada, como yo lo deseo a él. Gruño bajo y ahora le muerdo yo el labio. Una risita escapa de su boca y aprovecho para sumergirme allí, donde todo lo malo desaparece. Y los besos empiezan a subir a un nivel más. Nuestras lenguas se vuelven amigas íntimas y se enredan conociéndose de mil formas más. Sabe a todo lo bueno que pueda existir en el planeta Tierra.

Sus manos empiezan a subir por mi costado mientras nuestras bocas se estampan sin freno. Mis manos rodean su cuello y entonces profundizo más los besos. Me adentro más en su boca, en todo lo bueno que esconde. Y baja por mis caderas jugando con mi camisón. Qué peligroso es esto y qué tentador a la vez. A la mierda todo. Presiona su erección contra mí y puedo notar un calor abrasador arrasando todo mi cuerpo. Joder. No tengo palabras. Esto es demasiado. Bajo mis manos juguetonas para sentirlo y masajeo su zona por encima del pantalón. Seguimos comiéndonos a besos, besos desesperados que empiezan a circular por mi cuello.

-Cada día me encantas más. –susurra contra mi piel con una voz irremediablemente sexy.

Creo que quiero morir. Y aún no hemos hecho nada. Esto es demasiado.

-Me pones demasiado, _____ Blair. –dice duramente.

Baja sus manos a mi trasero y las detiene allí para presionar fuerte. Madre mía. Me excita demasiado eso. Mi corazón bombea muy fuerte. Va aplicando besos y más besos por mi clavícula realizando un recorrido hacia mi sujetador. Mi respiración entrecortada ya va al compás con la suya. Deja mi trasero y desliza los tirantes de mi camisón hacia abajo.

-Necesito ver lo bonita que estás, ¿me dejas? –pregunta con cierta picardía.
-A ti te dejo todo, Justin. –contesto.

Sonríe y aplica un beso en mi frente. Le devuelvo la sonrisa. Y dibuja una línea invisible con sus dedos desde mi cuello hasta mi escote. Detiene ahí su mirada descaradamente y se muerde el labio.

-Estás increíblemente sexy. –dice mirándome a los ojos y luego devuelve la mirada a mi sujetador.

No sé decir nada. Solo quiero besarle, sentirle mío. Y eso hago. Me lanzo a su boca y enrollo mis piernas en su cintura. Puedo notar todo su cuerpo pegado a mí. Joder. Nos besamos apasionadamente mientras sus manos resbalan por toda mi espalda. No puedo evitar que el corazón se me salga por la boca.

-Te quiero tanto… -jadeo entre cada palabra.
-Yo te quiero más. –responde él. –Eres demasiado preciosa.

Y en el instante me tira a la cama. Me da igual todo. Me olvido de todo, estoy viviendo uno de los momentos más felices y excitantes de mi vida. Entonces comienza a aplicar besos por mi barbilla, mi cuello y mi clavícula sin parar. Y no puedo calmarme. Estoy demasiado inquieta. Pero es que todo el calor está circulando por mis venas.

-Nena, las manos arriba. –dice colocándome los brazos por encima de mi cabeza.

Me cuesta mantenerlos allí pero al fin lo consigo mientras va colocando besos por mi vientre. Esto es demasiado… no sé cómo definirlo, pero necesito sentirlo dentro de mí. Pasa su lengua cerca de mi ombligo y continúa bajando hacia mi ropa interior inferior. Madre mía. En unos segundos me ha dejado desnuda. Y yo me muero de la vergüenza y a la vez me agrada porque solo con él me atrevo a todo en esta vida. Y solo a él le he entregado el poder de mostrarme tal y como soy.

Empieza a besar mis pechos lentamente y mientras acelera la velocidad rozamos nuestros cuerpos queriendo ser uno solo. Lame y succiona mis pezones y me quiero morir. Estoy demasiado excitada. Más que nunca. Entonces le arrebato la camiseta y observo su perfecta silueta. No puedo quererle más. Empiezo a besar su cuerpo, no lo puedo evitar.

-______, -me interrumpe. –no sé si te lo he dicho alguna vez…
-¿El qué, Justin? –pregunto con incertidumbre.
-Eres todo lo que siempre he buscado.

Estoy locamente enamorada de él y me doy cuenta en estos momentos. Quiero que lo haga todo conmigo, que me posea, que me haga suya, que solo con él me atrevo a todo. Le beso dejándome el alma y la respiración. Le beso con ternura y pasión, como si estuviera prohibido hacerlo y me diera más morbo todavía. Segundos más tarde se quita el pantalón y los boxers y se coloca a mi lado.

-Te voy a enseñar lo que es morir de placer. –dice bajito cerca de mi oreja.

E inmediatamente adentra sus dedos entre mis piernas. Empieza suavemente masajeando la zona y después va más rápido. Joder. Esto es… placer. Ya lo conozco. Y quiero seguir. Y sigue mientras me besa. Acelera. Va más rápido.

-No te corras aún. –me suplica.
-Uf… -exhalo.

Y mueve sus dedos sin parar. Estoy sintiendo escalofríos por todo el cuerpo y si no se detiene empezaré a temblar.

-Joder, Justin… -gimo.
-Aguanta, nena. –susurra. –Esto es solo el aperitivo.

Continúa acelerando el ritmo y explorando zonas que desconocía en mí misma. Pero madre mía. Me toca como si yo fuera música y acabara de descubrir las teclas de un piano.

-¿Estás segura de que quieres hacerlo conmigo, _____? –me pregunta sin parar de hacer magia con sus dedos.
-Estoy segura. –jadeo. –Quiero hacerlo contigo…. Quiero hacerlo ya.

No lo puedo creer, por fin estoy convencida y me voy a entregar a él. Él. Para mí el verdadero amor de mi vida. Solo él me ha enseñado lo más importante: amar. A amarme a mí, a él, a amar mi vida, mi día a día. Porque si no te amas no ganas y si no amas a alguien estás perdido. Y yo sé que a él siempre lo voy a encontrar porque el destino nos ha elegido, nos quiere unidos.

Puedo escuchar el sonido del papelito y cómo a continuación se coloca el preservativo. Empiezo a estar muy nerviosa y creo que lo nota.

-Relájate, mi amor. –dice peinándome el cabello con sus dedos suavemente. –Yo también estoy nervioso, nunca había hecho algo así de especial. –hace una pausa. –Pero lo más especial es lo que me haces sentir.

Se coloca encima de mí. Mi pulsación se acelera a la velocidad de la luz.

-Te deseo tanto, _____....

Y al instante lo noto dentro de mí. Se mueve a un ritmo suave y pausado mientras no dejamos de besarnos. Siento cohetes despegando por mis piernas y subiendo hasta mi cabeza. Joder, somos uno. Y me encanta. Mis manos acarician su espalda desnuda y repleta de lunares en los que me encantaría perderme. Qué bonito es unirte a la persona que amas y sentir que ni los sueños están a vuestra altura. Y yo vuelo alto, de su mano. Porque aun teniendo los pies en el suelo, con él es como volar.

Se mueve poco a poco cada vez más rápido y siento un hormigueo por mi barriga que me está volviendo loca. Nuestras respiraciones se agitan y chocan hambrientas de volver a compartir un mismo espacio. Cómo se mueve. Cómo revuelve todo mi estómago.

-¿Te gusta? –me pregunta sin parar de moverse.
-Me encanta. –respondo rápidamente.

Se mueve más y más y sin querer mis manos andan vagabundas por sus hombros y sus brazos sintiendo su musculatura. Me encanta esto. Joder. Lo siento tan dentro de mí. Estoy cerca de explotar todo lo que llevo dentro. Mis caderas se mueven solas. Hormigas empiezan a trepar por mis piernas. No puedo más.

-Justin, dios…. –gimo. No puedo parar de gritar. –Madre mía…
-Dime, nena…
-No puedo más… -jadeo. Me cuesta respirar. –Estoy al borde.


Y estallo en mil pedazos.


jueves, 28 de agosto de 2014

''Improbable Dirección'' Capítulo 54.


Maleta hecha. _____ suspira profundamente, engancha un bolso color marrón viejo en su hombro y arrastra la maleta hacia abajo. Escucha voces en la cocina y está nerviosa. No sabe si su padre se habrá tomado bien su relación con Justin. No sabe ni siquiera si van a dejarles marchar unos días, aunque no descarta la idea de escaparse sin más en el caso de que fuera así.

Coloca la maleta en la entrada, cerca de la puerta, y se percata de que sus manos están temblando. Su corazón también bombea muy fuerte y necesita quitarse las dudas que atormentan su cabeza en todo momento.

Tira un mechón de pelo tras su oreja y despacio se acerca a la cocina. Pattie está ocupada preparando una especie de tarta casera, Mathew está sentado mirando la tele fijamente y Justin se encuentra de pie bebiendo un vaso de agua.

En cuanto descubren la presencia de _____ se detienen a observarla en silencio. Ella se pone incluso más nerviosa que minutos antes y exhala una sonrisa mal dibujada mientras su cara es un completo poema con los versos desordenados.

-Hola. –se decanta a decir _____.

Justin nota la angustiosa situación en la que se encuentra su novia, deja el vaso de agua en la encimera y se acerca a ella. Pasa su brazo por los hombros de ______ y las mejillas de ella arden como el mismísimo fuego.

-Qué bien os veis así. –afirma Pattie, mirándolos expectante.
-Esto es… más complicado de lo que parecía. -_____ se ríe nerviosa.
-Tranquila, hija. –dice Mathew dirigiéndose a _____. –Estamos en familia ya, no tiene porqué ser complicado nada.
-¿Se… se lo has dicho? –le pregunta _____ a Justin. Él afirma con la cabeza con esa sonrisa tan alejada de problemas que parece irreal. –Bueno -_____ se encoge de hombros. -, pues eso…

Pattie le sonríe agradable. _____ no sabe lo que tiene esa mujer que resulta ser un encanto en todos los niveles.

-Nos vamos ya. –informa Justin, después de mirar la hora. -¿Tu maleta…?
-Ah, sí, ahí. –señala _____ hacia el pasillo.

Justin funde en un abrazo a Pattie y después a Mathew le da un apretón de manos antes de acudir a por las maletas. Justin desaparece y únicamente es _____ ahora la que se tiene que despedir.

-Pasarlo bien, _____. –rompe el hielo Pattie, acercándose a ella. –Y controla a Justin, ya sabes que a veces su comportamiento no es el adecuado…
-Lo sé. No os preocupéis por nada, en cuanto lleguemos os llamaré, ¿de acuerdo? –ahora _____ se dirige a los dos.
-Perfecto. –contesta a la vez.

Los tres se abrazan fuerte.

{1 hora más tarde}

Ryan conduce y Vanessa le acompaña de copiloto. Justin y _____ ocupan los asientos traseros. La música está alta, tanto que Justin le pide a su amigo que baje el volumen ya que _____ está relajada en su hombro intentando dormir. El viaje se está haciendo un poco largo.

Justin saca con cuidado un cigarrillo de su bolsillo y lo enciende tan rápido como siempre. Baja la ventanilla y expulsa el humo hacia fuera para no molestar a nadie. Observa como todo pasa tan rápido a esa velocidad. La ciudad se ha quedado atrás enseguida. Ahora todo lo que ve son campos, árboles con fuertes troncos, terrenos vacíos, naturaleza. Pero de nuevo todo pasa muy rápido. Como en la vida. Hace nada vacilaba a cada chica que pasaba por su lado en la universidad, qué curioso, ahora solo tiene ojos para una y lo único que desea es que no se marche de su lado ni un maldito segundo. Antes se agobiaba si la chica con la que se acostó la noche anterior le hacía una llamada al móvil… ¿y ahora? No imagina no ver el nombre de _____ entre las últimas llamadas recibidas.

Por eso, todo pasa, todo cambia, todo se modifica, todo lo que acaba empieza en otra parte. Y qué afortunado se siente.

-¿Ya llegamos? –pregunta _____ después de un largo bostezo.
-Estamos cerca, pero aún no. –contesta Justin después de lanzar el cigarrillo por la ventana. Observa a su chica y acaricia su muslo. –Esta noche no vas a poder coger el sueño, dormilona.
-Tío, frena un poco. Es la primera noche todavía. –carcajea Ryan. Vanessa le sigue.
-Eh, no penséis mal. –vocea Justin. –Es solo que con todo lo que ha dormido ahora no le quedará sueño para esta noche.
-Claro… -sisea _____, tímida.
-Aunque tampoco creas que te voy a dejar dormir mucho, eh bicho. –añade Justin en el oído de ella.
-Estoy preparada para que así sea. –dice _____ convencida. Justin traga saliva y mueve la pierna nervioso.
-Joder, nena. –suspira Justin. Ella se acerca a su oído y consigue calentarle más.
-Por cierto, el otro día me compré un tanga nuevo y lo coloqué en la maleta… -informa _____ con voz seductora.

Justin se muerde los labios y ella se detiene a mirarlo. Ella no deja de reír como si nadie la escuchara, pero todos lo hacen. Y Justin sigue sin quitarle el ojo de encima.

-Ryan, enciende el aire que hace calor. –le suplica su amigo.
-Mierda Justin, si yo estoy muerta de frío… -interviene Vanessa. –Abre la ventana y que te dé el aire.
-Pues aquí detrás nos morimos de calor. –Justin mira a su chica. -¿A que sí, nena?
-Un poco. –sonríe pícara. -¿Te trajiste ropa de abrigo?
-Lo justo, ¿y tú?
-Mmm… lo que pude, Justin. Ten en cuenta que no tuve mucho tiempo para revisar mi ropa. –contesta _____. Justin se ríe.
-Ten en cuenta que conmigo no vas a pasar mucho frío. –añade él.

Unas cuantas turbulencias hacen presencia en el coche y de repente Ryan frena en seco.

-Es aquí. Hemos llegado.

Diversas cabañas de madera se apiñan a unos cuantos metros. A la derecha un pequeño riachuelo pinta de un azul casi transparente el terreno y los árboles que lo rodean dan al paisaje un color más bonito.

Ambas parejas sonríen, han llegado a su destino. Bajan del coche y los chicos cargan con las maletas mientras ellas se apresuran a buscar su cabaña. _____ tiene las llaves.

-Tenemos la número 24. –informa ella.
-¡Allí está! –exclama Vanessa, señalando hacia el frente.

Las chicas corren rápido directas a su nueva residencia o como quieran llamarle. Tienen el presentimiento de que van a ser unos grandes días solo por la sonrisa que se ilumina en sus rostros.

La cabaña tiene una pequeña porchera tras subir unos cuantos escalones de madera. _____ introduce la llave y abre la puerta. A la derecha una pequeña salita con el televisor, una mesa, un pequeño sofá acolchado y cuatro sillas. A la izquierda la cocina, una auténtica cocina que parece de muñecas, en un espacio reducido. Todo está decorado rústicamente. Al frente está el cuarto de baño, que separa ambas habitaciones. Las dos se miran a la vez y estallan en carcajadas.

-¿Habitación derecha o izquierda?
-A mí me da igual, Vann. Son las dos iguales.
-Pues entonces nosotros la izquierda.
-De acuerdo, Justin y yo la derecha.

_____ entra en la habitación que le corresponde. Es bonita. Bueno, bajo su punto de vista lo es. Una colcha color salmón se extiende sobre la cama matrimonial. _____ la acaricia con la yema de sus dedos como si se tratara de seda. Una mesita con un jarrón encima ocupa la parte izquierda y a la derecha una ventana ofrece unas vistas increíbles. Ella se acerca y la abre con cuidado, como si tuviera miedo de que se rompiera en mil pedazos, y en una décima de segundo una brisa de aire revuelve todo su pelo. Suelta su melena y cierra los ojos sintiendo el aire acariciar su piel delicadamente. Y sonríe. No olvida sonreír.

-Cuidado no rompáis la cama, Justin es un salvaje.

Vanessa entra a la habitación carcajeando.

-No me urge la información acerca de cómo es mi chico en la cama. –replica _____, molesta con el comentario.
-Estaba bromeando, no te enfades. –Vanessa le da un codazo a su amiga. –Bueno no, contigo seguro que es todo un caballero y aún te lo hace con cuidado. A mí como solo me quería para eso pues…
-Basta. Ya comprobaré yo cómo es, Vann. No más detalles.
-Vaaaaaale… -suspira Vanessa. -¿No me vas a preguntar si ya me he tirado a Ryan?
-Sonaría evidente la respuesta, seguro que lo has hecho.
-¡Oye! –Vanessa se lanza en la cama. _____ se ríe. –No seas vengativa. Me has llamado zorra en toda la cara.
-Con cariño. –sonríe ____. –Te quiero a pesar de ello.
-Y yo a ti. Por cierto, cuando lo hagáis quiero saberlo todo.
-¡Serás cotilla! -______ le pega un codazo bromeando. –Si quieres lo grabo y te lo enseño nada más acabar.
-¡Cochina!
-Bromeaba.
-Yo no.
-¿No?
-Es que te imagino contándomelo… -Vanessa pone una mano en su boca tratando de ocultar la risa. –''Oh, fue tan estupendo… Es maravilloso… Es perfecto…'' –imita a su amiga.
-¡Basta! ¡No te burles de mí, Vann!
-Me haces gracia, nena. Además, ya sabes que yo envidio tu relación… y eso que estoy estupendamente con Ryan.
-Pues no deberías de envidiar nada. Tú tienes a tu chico, con él puedes ser como yo soy con Justin…
-Pero ese no es el problema… ¿Tú sabes con qué ojos te mira Justin? A mí un tío no me mirará así en la vida. –Vanessa hace una mueca triste.
-No digas eso… Ryan te quiere, sino no estaría contigo.
-Eso espero.
-Estás muy tonta. Dame un abrazo.

Se funden en un abrazo. A Vanessa incluso se le escapa una lagrimilla que rápidamente intenta secar su amiga. Y al segundo ríen. Y pasan los minutos volando.

-¿Reunión de chicas?

Justin se apoya en el marco de madera de la puerta.

-Lo siento si he interrumpido algo. –tose.
-La que interrumpe ahora mismo soy yo. –aclara Vanessa. –Voy... voy a ayudar a Ryan con las maletas. –se gira y le guiña un ojo a _____. –Gracias por todo.
-Ya sabes que estoy aquí para lo que necesites, Vann.

Cuando Vanessa desaparece, Justin cierra la puerta y pega su espalda en ella. ______ le mira con una sonrisa divertida y él se muerde el labio observando a su chica.

-¿Es esta nuestra habitación? –pregunta él, con la voz rasgada y a la vez dulce.
-Sí, ¿a que es genial?

_____ se levanta de la cama de un salto y corre hacia Justin. Se planta a tan solo unos pocos centímetros de su boca.

-Genial es la chica que tengo delante… y bueno, la habitación también.

Justin vacila aproximándose a los labios de ______.

-¿Y quién es más genial? –ella se toca el cabello sensualmente. -¿La habitación o… yo?
-Espera que lo piense un poco… -Justin envuelve sus brazos en la cintura de _____. –Tú.

_______ se inclina hacia delante y le besa suavemente. Él se acelera en el beso y nota esa presión en el pecho. Su corazón está a punto de estallar en mil pedazos. Dicen que los besos lentos que acaban con una mordida en el labio inferior son los mejores. Bien lo saben ellos.

-Llueve. –se atreve a decir _____ muy cerca de él.
-¿Que si llueve? Cae el diluvio universal, nena.

Ella sonríe inevitablemente y él divertido se da cuenta de lo mucho que le gusta esa sonrisa.

-Tengo hambre. –informa ella.
-¿Quieres que te haga la comida? –se ofrece él.

Se aparta de la puerta y sale disparado hacia el pequeño salón. _____ le sigue segundos más tarde, se sienta en una silla de madera y cruza sus piernas posando una sobre la otra. Se limita a observar a Justin que saca de un cajón una cazuela, la llena de agua y la pone a hervir.

-Ni siquiera has esperado una respuesta. –aclara ella.

Justin se gira, como si nada, y le pregunta.

-¿Pasta?
-Te quiero.
-¿Pasta con salsa de tomate?

_____ se levanta y camina despacio hacia él. Él no aparta ni un segundo la mirada de ella.

-Te quiero mucho, Justin.

Y empieza a besar su barbilla delicadamente. Justin mira a un punto invisible y se queda quieto mientras _____ sube hacia sus mejillas. Aplica unos cuantos mordiscos suaves en ellas hasta que Justin sonríe, quizás sin querer. Es entonces cuando baja hacia sus carnosos labios.

-Creo que no aguanto el suficiente tiempo estando lejos de ti.
-Si estabas a un metro como máximo… -Justin se muerde el labio inferior.
-¿Y eso es cerca?
-Cerca es… -él se aproxima a su cuello. –esto… -aspira su olor, su perfume. –Eres como una droga.

Justin desliza sus labios por el cuello de su chica. Los dos cierran los ojos, sintiéndose, cuando apenas se rozan.

-Y yo me estoy volviendo drogadicto… -susurra él con la respiración entrecortada.
-Pues entonces pruébame.

Justin abandona su cuello y acopla sus manos en las mejillas de _____. Ambos se miran con los ojos brillantes y el corazón bombeando a velocidades prohibidas.

-No quiero hacerte daño nunca.
-Justin… aunque me hicieras daño, nada cambiaría esto que siento por ti.
-Pero yo no podría perdonármelo.
-No me vas a hacer daño, tú mismo lo has dicho.
-Eso nunca se sabe.
-Sí que se sabe. –ella le silencia situando el dedo índice contra su boca. –Yo creo en ti. Incluso cuando tú mismo no creas en ti, yo seguiré creyendo en ti. 

Ryan y Vanessa entran en el salón mezclándose entre besos y risas.

-¿Y a qué viene esa felicidad? –pregunta _____, rodeando con su brazo el abdomen de Justin.
-Nena, que esta noche Ryan me lleva a cenar por ahí. –responde su amiga exaltando alegría.
-Eso suena genial.
-Os dejamos la cabaña para vosotros solitos. –Ryan guiña el ojo a Justin. Éste sonríe de lado. –Vamos a dar una vuelta, luego venimos.

Se despiden y se marchan.

_____ da saltos de alegría por todo el salón y Justin se apoya en la pared sonriendo como si tuviera 8 años y acabara de marcar un gol delante de todos.

-¡¿Pero has escuchado?! ¡Nos quedamos solos! –exclama ella entre risas. -¡Suena genial!
_____ se detiene un segundo a mirar a Justin.
-¿Te pasa algo? –pregunta.
-No, no me pasa nada. ¿Y a ti?
-Me pasa que estoy muy feliz. -_____ avanza unos pasos hacia él. –Y el destino me ha sonreído de cara. Por cierto, me gustaría proponerte algo.
-Adelante.
-Bueno, más que una proposición es una invitación a que lo hagas.
-¿Entonces me estás obligando? De acuerdo. –añade él, cruzándose de brazos.
-Verás… -_____ saca un plastiquito de su bolsillo y lo mete en el bolsillo trasero de él. –Es para esta noche.

Él la observa asombrado. Palpa su bolsillo y se queda perplejo. Absolutamente sin palabras. Ella le ayuda.

-Sí, Justin… -envuelve las manos alrededor de su cuello. Justin lleva las suyas al trasero de ella y las inmoviliza allí. –Quiero que esta noche te reserves para mí.


 RT AQUÍ SI HAS LEÍDO ESTE CAPÍTULO.